
El “Impuesto de Solidaridad” y sus consecuencias
El mes pasado apareció en nuestros televisores el anuncio de que iba a irrumpir en España un Impuesto de Solidaridad a las Grandes Fortunas. Hablamos de algo que en teoría nacerá para ser temporal y que seguramente los tribunales acabarán expulsando del ordenamiento jurídico. Pero mientras tanto hará daño, de diversas formas y un poquito a todos, pero hará daño.
Hace unos días, un amigo que estaba de paso por Londres me envió una entrevista de Martin Varsavsky, también un montón de artículos más en el mismo sentido. Muchas personas se plantean salir de España. Y mi amigo también, quizá por la perspectiva que le dio la distancia. Digamos que se llama Antonio y es español.
Mi amigo es una persona que se esforzó mucho desde joven, un economista que trabajó de lo que fuera desde su adolescencia y que no ha escatimado nunca un minuto para que su empresa fuera bien. Un tipo brillante. Y su hermano igual. Y sus compañeros de viaje. Tiene muchos empleados que cobran puntualmente, genera un montón de puestos de trabajo estacionalmente que generan la ilusión de trabajar a mucha gente joven, a la que paga y que llevan el dinerito a casa o al menos no piden , lo que en estos tiempos en que vivimos alivia a no pocas familias. Y su cerebro siempre está pendiente de que todo encaje. Pero, que no se nos olvide él es una persona. Una persona que paga demasiados impuestos. Una persona que no solo no recibe prestaciones equivalentes a lo que paga sino que además ve como aumenta la presión sobre los ganadores, sobre aquellos que no hacen locuras de ingeniería fiscal a los que Hacienda acaba derribando en buena lid, sobre los que siguiendo todas las normas tributarias ya pagan demasiado. Su caso. Él es un ciudadano de a pie ( no súbdito) que se permite pensar y currar para que el país salga adelante. Y a estas personas son a las que nos estamos cargando con las continuas ocurrencias de nuestros gobernantes. A ellos no les interesa que se expanda el talento, ellos no tendrían sitio, pensarán.
Estos emprendedores son los que necesita cualquier país del mundo, no solo de los civilizados, cualquiera. Saldremos adelante y saldremos mejor si están en nuestro equipo que si empiezan a funcionar desde Andorra, Portugal, Luxemburgo o Londres. Y pueden seguir viendo a sus amigos, a sus padres, a sus suegros, comiendo en nuestros restaurantes , yendo a nuestros gimnasios, pagando nuestras guarderías, nuestros dentistas, nuestros supermercados, comprando nuestras flores… moviendo y aportando aquí. Y multipliquemos esto por veinte mil personas y le sumamos sus familias. Estas personas le dan nivel empresarial al país, nivel intelectual, nivel de verdad. Y no podemos estar callados despidiéndoles en el aeropuerto a finales de diciembre si entra en vigor la ocurrencia el uno de enero de 2023. No se lo merecen. El nacimiento del modelo 720 estaba marcado por la barbaridad jurídica que encerraba su desproporcionado régimen de sanciones y porque un tribunal pondría las cosas en su sitio, como así ha sido. Y ya lo sabíamos desde el minuto uno. Este texto normativo que aún no hemos visto va a adolecer de sentido común. No hace falta hacer temblar los pilares de quienes sostienen nuestro tejido empresarial e invitarles a cruzar la frontera, que cada vez es más fácil. Que no se nos olvide.
Esa pretendida solidaridad que refieren quienes no tienen ni idea de impuestos no es tal. Esas personas ya pagan mucho en España, ya son solidarios, y de los buenos, que no se nos olvide. Y son personas, buenas personas. Toño quédate.
Carlos Romero Plaza
Abogado Tributarista. Socio Director de Arttax Abogados