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El 720 ya está aquí

Las inspecciones del 720 ya están aquí y han llegado para marcharse (es un deseo)

En abril aguas mil decía mi abuela. En abril, el 720, me dice un cliente. Al hombre le acaban de comunicar el inicio de actuaciones de comprobación e investigación relativa a la declaración informativa de bienes y derechos en el extranjero. Para que su familia no se altere les ha dicho que esa revisión del 720 de la que han escuchado hablar por teléfono con su abogado se refiere a la puesta a punto que ha de hacer el mecánico al BMW de la serie 7 que tiene en su garaje. Que no cunda el pánico.

 Informar de lo que tenemos en el extranjero es una buena idea. Lo que no podemos compartir los asesores es la manera en que se ha implantado en España y las consecuencias que tiene no haberlo hecho en el plazo que quería la AEAT. Hubo mucha gente que no declaró por falta de información al respecto. Pero si un día deciden declarar no es posible, en un estado de derecho, que se enfrenten a un régimen sancionador en el que prime la desproporción. No le podemos decir a un contribuyente que regularice 100.000 euros pagando 150.000. No es de sentido común. Nos mirarían extrañados. Pero es que si encima ese dinero lo tenía parado hace quince años en el extranjero, por las razones que fueran tenemos otro caballo de batalla innegociable. La prescripción supone una tensión entre los intereses de la Hacienda Pública y del contribuyente, pero debe operar para los dos por igual. Pasado el plazo debemos dar por buena la situación. Que se refuercen los medios y que saquen más plazas de funcionarios. Pero no pueden mantener las situaciones jurídicas en pendencia. La imprescriptibilidad de las ganancias no se la pueden sacar porque sí y que cual borregos las aceptemos. No es sano. No estamos en un país subdesarrollado. Nos distinguimos en situaciones como estas. No agacharíamos la cabeza si un candidato a presidente sacara el 99,2% de los votos. Y no la agachamos con el artículo 39.2 de la Ley de IRPF. Tenemos un procedimiento tributario, y hay que partir de él. Temblarían los principios básicos de la Unión Europea de no hacerlo. Son las reglas del juego. Y hay que seguirlas.