Esas costas y su tributación…

Andan los clientes un poco mareados con el tema de las costas. Y no es para menos. La tributación de las mismas en renta no tiene una explicación lógica. A cualquier ciudadano el meterse en un proceso contencioso le supone un quebranto económico, amén de otros desmanes para su salud. Y a modo de resarcimiento se ha entendido por cualquier común de los mortales, que la LEC regula las costas en ese sentido. Para que le sea lo más neutro posible a la persona que debe litigar si va cargada de razón. Hay unas cantidades mínimas que van de cuenta del que pierde si así se decide en el fallo.

Y aquí es donde aparece Hacienda y no deja a nadie contento. Entiende que las cantidades que le paga el cliente al abogado, procurador, peritos… son una aplicación de la renta al consumo. Y siendo que el cobro de las costas está catalogado como ganancia patrimonial, resulta que lo que te has gastado previamente no es deducible y que lo que está entrando en tu cuenta corriente lo hace a la base general. Esto no deja de ser una barbaridad. Y cuando se detecta una de este calibre lo que hay que hacer es corregirla. Quizá alguien esté mirando para otro lado desde la AEAT, pero debemos pedirle que se siente y razone este tema. Si de lo que se trata es de resarcir a la parte que se ha visto involucrada en despatrimonializarse para defender algo que era justo y en lo que llevaba razón, lo más sano es que se quede como estaba. A nivel económico. Sus horas de lectura del expediente y los bocados que el asunto le haya quitado de sueño no son indemnizables. Y no dejar estas cantidades exentas en su IRPF supondría una desnaturalización de la institución. Piénsese que si me he gastado 1.000 euros en el pleito y de los 1.000 que me conceden la mitad se lo lleva el fisco, en mi bolsillo solo quedan 500, lo que supone que no se cumple con la finalidad de la norma. La única que queda en mejor posición que al inicio es la tesorería de Hacienda, y para eso no se pensó la norma…