
La falta de empatía de la Administración Tributaria genera desafección
Hace unos meses Laura Campanón reflexionaba sobre algunas de las medidas que se estaban adoptando con motivo del confinamiento general por la COVID 19 señalando que había que hacerlo desde el prisma de la empatía.
Decía con razón, después de citar la definición del diccionario de la R.A.E., que la empatía, es, en definitiva, la capacidad del ser humano de ponerse en la piel de otra persona y de entenderla, titulando la entrada como La falta de empatía agudiza las consecuencias negativas provocadas por la crisis del Covid-19
Siempre he acusado la falta de empatía, por lo general, de la Administración y, en particular, la Administración Tributaria. Pero en estos momentos tan angustiosos para tantos conciudadanos, se hace especialmente necesario un cambio de postura.
Veamos algunos ejemplos cotidianos sin seguir ningún orden o sistema especial.
Depósito de notificaciones en el buzón electrónico a horas intempestivas
Se lamentaba algún compañero en redes sociales que la AEAT había depositado en su buzón electrónico una notificación a las dos de la mañana de un viernes. Sin sorna y con acierto decía que no creía que fuera un funcionario el que estuviera trabajando a esa hora y que, si se trataba de un robot que estaba programado para ir haciéndolas de modo secuencial, habría que cambiar su programación.
Totalmente de acuerdo. Es cierto que, en cualquier momento dentro de los diez días siguientes, el interesado puede abrir el buzón pero no deja de ser menos cierto que recibir un aviso de una notificación de Hacienda te amarga el día, la noche o el fin de semana.
La obligatoriedad de la Administración electrónica
La Administración Electrónica es un gran avance, y en tiempos de pandemia ha demostrado una gran utilidad y ha permitido trabajar eficazmente a todos los sectores. Ha sido también muy valorado poder realizar trámites desde casa sin tener que interactuar con otras personas, lo que ha evitado en gran medida la propagación del virus. Pero que sea obligatoria no es de recibo.
Tengo la sensación de estar predicando yo solo en el desierto, porque no hay vuelta atrás, pero no me cabe en la cabeza que una persona que no tenga conocimientos informáticos tenga obligatoriamente para cumplir sus obligaciones fiscales que relacionarse exclusivamente de manera telemática con la Administración que le tiene que servir.
¡No pasa nada, recúrrelo que te darán la razón!
Esto lo cuento y muchas veces no me creen.
A veces, cuando tienes acceso al funcionario que está instruyendo o dirigiendo el procedimiento (actualmente el único procedimiento en que es posible es el de Inspección), seguramente para que deje de insistir en lo inadecuado de su decisión, zanja la demanda diciendo:
¡No pasa nada, recúrrelo que te darán la razón!
Los que nos dedicamos a esto lo hemos oído lamentablemente muchas veces. La Administración se empeña en seguir criterios abiertamente contrarios a la jurisprudencia, pero estadísticamente sale rentable.
La orden interna es la de continuar liquidando, aunque no tenga razón. Especialmente injusto y sangrante resultan las liquidaciones de pequeño calibre, ya que estas normalmente no suelen recurrirse. Una persona con una instrucción media precisa de una persona instruida para poder recurrir eficazmente una liquidación, unido a la posible condena en costas hace que se abandonen antes de iniciar la mayor parte de estas impugnaciones: Lo pago y me olvido, pero me enfado.
La cita previa
Es indudable que la cita previa es una buena herramienta. Ayuda a no perder tiempo a los contribuyentes y la Administración puede organizarse de manera más eficaz.
Pero volvemos a lo mismo: No se puede establecer como única forma de relacionarse, sobre todo, cuando la Administración está al servicio del ciudadano. Si un ciudadano reclama a la Administración asistencia, información, o lo que le venga en gana mediante personación en las oficinas debería tener derecho a ser atendido, a ser informado ese día, aunque tenga que esperarse hasta la hora de cierre ya que no tiene cita previa. Pero en modo alguno debería oír el decimonónico “vuelva Vd. mañana” con cita previa.
Si mal no recuerdo, en 2015 se instauró el sistema de cita previa para ser atendido en las Delegaciones/Administraciones de la AEAT. Por aquel entonces, como Delegado Territorial de la AEDAF, hice llegar al Delegado Especial de la Comunidad Valenciana un escrito en el que le decía:
“La Administración se ha enclaustrado en sí misma {…}. Habida cuenta de los numerosos problemas que está generando a los administrados y los colaboradores sociales, debería estudiarse la posibilidad de generar algún tipo de vía que permita hablar con los funcionarios encargados de la solución de los problemas, que evitaría una litigiosidad mayor, pues en muchos casos es posible que con una explicación se evite un procedimiento administrativo y/o proceso judicial.
Además, hay supuestos límite que necesariamente han de ser atendidos salvo que se prefiera vulnerar los derechos constitucionales de los ciudadanos (por ejemplo, la Tutela Judicial Efectiva) y por ello debería flexibilizarse el sistema. Evidentemente las administraciones se han vaciado, pero no debemos desconocer que los principios de eficiencia y economía en el gasto no son más importantes que otros principios como el de Tutela Judicial Efectiva o el derecho a ser informado de los procedimientos que se instruyen contra uno”.
No olvidemos que la Administración está al servicio del ciudadano y no al revés.
En fin, esta falta de empatía de la AEAT y del resto de las Administraciones Públicas generan desconfianza y desafección con el sistema, máxime en el momento actual, que tanta ayuda necesitan las empresas y las personas que hay detrás de ellas.
Y esto es muy peligroso ya que debemos caminar hacia un sistema en el que confiemos en nuestros representantes, en nuestra Administración ya que lo contrario conduce al fraude, puesto que no sentimos como propio el gasto por el tributo.
Francisco R. Serantes Peña
Abogado Tributarista
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